Mi primera experiencia con el Yopo Sikuani 

Así viví mi primera experiencia con el Yopo.

El 25 de marzo de 2018 tuve mi primera experiencia con la medicina del Yopo, una planta de poder usada por la etnia Sikuani en el oriente Colombiano. En ese momento decidí describir toda mi experiencia en un diario. Lo que voy a compartir a continuación es mi reacción a todo lo que escribí cinco años atrás.

Si no sabes quien soy, ¡Hola! mi nombre es Angélica soy la co-creadora y co-anfitriona de Pensamiento Espiral. Actualmente tengo experiencia trabajando con diferentes comunidades indígenas a lo largo de Colombia, México, Perú, Costa Rica y Guatemala y también he tenido la oportunidad de trabajar con diferentes medicinas: los Niños Santos, el Yagé, el Tabaco y por supuesto, el Yopo. La medicina que empezó todo. 

En este relato estaré reaccionando y reflexionando sobre las cosas que escribí después de mi primera experiencia con el Yopo. Es importante aclarar que cuando escribí todo esto yo no me consideraba una persona espiritual, no conocía ninguna medicina y no había visitado a ninguna comunidad indígena. Además quisiera destacar que, durante 2018 y con 22 años, estaba viviendo una de las crisis de salud mental más fuertes de mi vida. Este último detalle es importante porque precisamente fue esto lo que me impulsó a escuchar el llamado del Yopo para reencontrarme con la Madre Tierra. 

2 de marzo de 2018

Lo primero que me llama la atención de mi relato es que me dedico a detallar en las primeras hojas el paso a paso de la ceremonia que para mí en ese momento era la cosa más loca y maravillosa que me había pasado. Describo cada canto, cada rezo, todas las explicaciones, todo lo que pensé y sentí. 

Después de mi detallada descripción hablo del Capi. Para lxs que no conocen el Yopo, antes de sorberlo es necesario prepararse masticando Capi. El Capi esencialmente es la liana de la Ayahuasca y esta hace parte de la medicina, dicen los abuelos que sin el Capi el Yopo no trabajaría como lo hace. Un detalle importante sobre el Capi es que tiene un sabor, digamos, amargo. 

Capi y Yopo Sikuani

En mi relato escribo: “El sabor del Capi fue amargo, quise por un momento vomitar pero es importante comerlo sin hacer mala cara, con disposición de amor. Además nuestro guía mencionó que la planta puede verte entonces no hagas mala cara.” 

Me da tanta gracia recordar esta escena. Para describirlo mejor el sabor del Capi es muy muy muy amargo, pero lo que mejor recuerdo era como en ese momento intentaba controlar mi expresión con todas mis fuerzas porque no quería ofender a los espíritus. Hoy en día cuando mastico Capi no puedo evitar reaccionar a su amargura, sin embargo, he logrado asociarlo con cosas mágicas, entonces su sabor termina siendo algo secundario. 

Lo siguiente que relato es la inhalación y describo: “Mi experiencia con la inhalación fue más bien incómoda, se me irritaron los ojos un montón y me empezaron a llorar y sentí que entró la medicina solo por mi fosa izquierda.” Esto último que describo me parece curioso, porque al usar un curipe estás inhalando con ambas fosas nasales entonces es baja la probabilidad de que entre más medicina por una fosa que por la otra. Y como nada en las medicinas es casualidad, lo interpreto como que mi energía femenina tomó control de la experiencia. 

Y sigue: “al inhalar trate de quedarme en mi lugar y sentirme dispuesta y abierta a todo. A los 5 minutos sentí náuseas, malestar y pesadez del cuerpo. Trate de salir de la maloca para tomar aire pero no sabía a donde ir así que trate de buscar un buen lugar donde pudiera vomitar, llegue a unas plantitas y me senté cerca, para estar preparada para el vómito.” 

No existe nada que te ayude a soltar más el control que los malestares corporales como el vómito, porque cuando el cuerpo se siente mal hará lo que tenga que hacer para aliviarse, sin importar lo que la sociedad juzgue como correcto o incorrecto. Yo recuerdo perfecto este momento, recuerdo todo lo que estaba pensando y cómo no quería soltar el control. Incluso en ese fragmento se puede ver mi necesidad de control “quedarme en mi lugar”, yo me pregunto, ¿cuál es mi lugar?, alguien que me explique ¿cuál es un buen lugar para vomitar? y ¿cómo se prepara uno para eso? 

Recuerdo a la pequeña Angie sentada cerca de un jardín de flores tratando de controlar lo incontrolable. En este momento comprendo todo el trabajo que he hecho con respecto al control y a aceptar los procesos naturales de mi cuerpo e incluso a agradecer el aliviar para limpiar mi cuerpo y mi espíritu. 

Al parecer ese sólo era el comienzo porque escribo: “Cerré mis ojos y sabía que algo estaba pasando porque veía colores y formas sin embargo mi atención estaba en el vómito y mi malestar. En este momento recuerdo muchos pensamientos pasando por mi cabeza pero yo no quería escuchar nada.”

Cabe aclarar que, como el Yopo fue mi primera experiencia con una planta de poder, este momento que describo fue literalmente la primera vez que yo sentí este malestar de las medicinas y aquí lxs que tienen experiencia con el Yagé me van a entender. Son unas ganas de vomitar como para expulsar los intestinos por la boca, es muy desagradable, pero, con el tiempo, se vuelve tolerable. En este último fragmento me llama mucho la atención lo último que escribo: «recuerdo muchos pensamientos pasando por mi cabeza pero yo no quería escuchar nada», esto es importante para más adelante. 

Y sigo: “Estaba mareada, temblaba pero aun no podía vomitar. Cerré mis ojos y opté por dejarme llevar, recuerdo sentirme abrumada, era como si un montón de personas estuvieran hablando a la vez. Cada vez que cerraba los ojos veía algo: figuras, colores. En un momento vi un pez que nadaba y entraba en la boca de un ser humano y nadaba dentro de él. También recuerdo haber visto la nuca de una persona de cabello corto, resaltaba su oreja y en ese momento escuche una voz que decía fuertemente en mi cabeza ESCUCHA.”

Recuerdo muy bien esa primera pinta, creo que no he vuelto a ver colores tan vivos ni formas tan perfectas, era sin duda hermoso. Pero lo que más me gusta de este fragmento es lo claro del mensaje, “escucha”. Que por supuesto tiene mucho sentido teniendo en cuenta que lo único que podía escuchar era “que miedo, no quiero vomitar”. En ese momento, pensé que me perdí muchos mensajes de la medicina pero ahora entiendo que así tenía que ser. 

Meses después de esta experiencia empecé a meditar diariamente. Recuerdo que durante mis meditaciones se me presentaba mucho el color morado y volvía a escuchar esa voz en mi cabeza que me decía ESCUCHA. Esto duró por más de un año y llegué a comprender que lo que yo necesitaba escuchar era a mi misma, no a los juicios, no a la ansiedad, a mi, a esa parte esencial que habita en lo más profundo de mi corazón, que siempre sabe qué decir. 

Tu no me conoces (¿o sí?), pero como dije al principio de mi relato, la Angélica de 2018 estaba pasando por temas de ansiedad, ansiedad social y depresión. Sin embargo, todo este tema de salud mental se estuvo cocinando durante más años de los que puedo recordar. Para los que conocen de cerca la ansiedad sabrán que se caracteriza por presentar pensamientos catastróficos y abrumadores que son difíciles de controlar. Cuando escribo: “recuerdo sentirme abrumada, era como si un montón de personas estuvieran hablando a la vez”, el Yopo me estaba mostrando mi ansiedad. El Yopo es luz e ilumina todo lo que hay que eliminar. 

Después de eso escribo: “Entonces decidí enfocarme en mi propósito, empecé a repetirme la pregunta ¿quién soy? una y otra vez en mi mente, con los ojos cerrados veía muchas cosas. Recuerdo haber visto dos ojos negros que cambiaban de color y me miraban fijamente.”

Esos ojos los seguí viendo durante un par de meses más después de esta experiencia. Los recuerdo bien, recuerdo también dibujarlos varias veces, no me los podía sacar de la mente, eran hermosos. En este momento pienso que estos ojos simbolizaban mi despertar, literalmente, el proceso de despertar de un sueño muy largo y abrir mis ojos reales, los ojos de mi corazón. 

“Recuerdo mucho pensar en sorber más Yopo, inhale la planta por segunda vez y nuevamente solo entro por la fosa izquierda. Después de eso decidí quedarme dentro de la maloca, me acosté en una hamaca y me empecé a sentir triste, sentía ganas de llorar por la Tierra y los animales. Durante el cierre de la experiencia recuerdo sentirme molesta conmigo por no escuchar. Tengo la percepción de que las cosas que vienen de mi son malas, impuras, que son distracciones pero no tienes que ser así, la Madre habla a través de mí y es mi voz la que transmite su mensaje. Aprendí que debo escucharme más a mí y valorar mi voz que es sabia y amorosa.”

Esta última reflexión me parece tan importante. Porque hasta ese momento yo tenía la mala costumbre de demeritar mi voz, mis opiniones, mi forma de hablar, de pensar y de expresarme. Ese fue el inicio de un proceso de sanación de mi voz tan poderosa que me trajo hasta donde estoy hoy, trabajando con mi voz. Esto me confirma lo que pensé sobre el “escucha”, es claramente escucharme sin juicio. 

Por último, no recordaba estas emociones de tristeza y rabia que experimenté al final de la ceremonia. Y eso me pone a reflexionar sobre la sanación en sí misma, muchas de las experiencias que uno vive con las medicinas son difíciles, dolorosas e incómodas y eso es sanar. Muchas veces no vamos a entender por qué estamos experimentando estas cosas pero es necesario confiar, mis últimas reflexiones fueron de gratitud a pesar de sentirme pesada y oscura, nunca deje de confiar en que todo era por mi bien. Y eso es algo que la Angélica de 2023 necesitaba recordarse. Detrás de estas experiencias hay un poder superior que nos cuida y nos guía y hay que confiar y dejarse guiar. 

Leer esta experiencia me recordó el camino que he recorrido desde entonces, todo lo que he aprendido y desaprendido y lo mucho que he cambiado. Gracias por leerme y acompañarme en estas reflexiones. 

Miércoles 20 de septiembre de 2023

Escrito por Angélica Daza

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