Blog – Pensamiento Espiral https://pensamientoespiral.org Un Podcast para sanar a la Tierra Fri, 01 Dec 2023 15:22:46 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.2 https://pensamientoespiral.org/wp-content/uploads/2023/01/LOGO-PNG--100x100.png Blog – Pensamiento Espiral https://pensamientoespiral.org 32 32 El K’intu de Hojas de Coca en la Cosmovisión Andina https://pensamientoespiral.org/2023/12/01/el-kintu-de-hojas-de-coca-en-la-cosmovision-andina/ https://pensamientoespiral.org/2023/12/01/el-kintu-de-hojas-de-coca-en-la-cosmovision-andina/#respond Fri, 01 Dec 2023 14:56:46 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=3185
Los rituales son como hilos invisibles que tejen la identidad cultural, y en las alturas majestuosas de la región andina, uno de los rituales más significativos y sagrados es la elaboración y ofrenda del K’intu de hojas de coca. Esta práctica, arraigada en la tradición ancestral, trasciende lo físico para sumergirse en lo espiritual, convirtiéndose en una expresión única de conexión con la naturaleza y el cosmos.


¿Qué es el K’intu de Hojas de Coca?


El K’intu de hojas de coca se materializa en un ramillete ceremonial, tejido con hojas frescas y verdes de la planta sagrada para esta cosmovisión, la coca. Este fascinante ritual no es solo una ofrenda, sino también un puente entre el mundo natural y los seres humanos. De la misma forma, en la selección de las hojas, emerge una simbología profunda: la primera asociada con el Hanan Pacha (mundo de arriba), la segunda con el Uku Pacha (mundo de abajo) y la tercera con el Kay Pacha (mundo presente). Esta triada es conocida también como la trilogía andina, y para las culturas de esta región, el K’intu es también una representación de esta partición triple.


¿Cómo crear un K’intu de Hojas de Coca?


Aunque la creación de un K’intu puede parecer sencilla, cada paso está imbuido de significado. Después de seleccionar tres hojas en el mejor estado posible, se realiza lleva a cabo el llamado Pukuy, donde la persona coloca las coca frente a su boca y las sopla suavemente, expresando gratitud a la Tierra y a la Mama Coca. Este gesto sincero establece una conexión espiritual antes de proceder a pijchar o masticar la coca. En otros escenarios, el ramillete también puede colocarse en el suelo de unlugar sagrado, sostenido por una pequeña piedra, como ofrenda simbólica. Los sabedores andinos explican que presentar y compartir el K’intu y las hojas de coca en general les permiten una comunión más cercana y directa con todas las formas de vida a su alrededor.


La Importancia del K’intu de Hojas de Coca en la Cosmovisión Andina


El K’intu de hojas de coca va más allá de ser un simple ritual; es una puerta hacia una relación armoniosa con los guardianes de los territorios, una danza espiritual que acerca a las personas a la naturaleza y todos sus espacios. Desde las montañas de Perú hasta los valles de Argentina, esta práctica simbólica se erige como un medio espiritual y ritual para solicitar permiso al ingresar a lugares sagrados o al rendir homenaje a los espíritus de la naturaleza y, por tanto, se afirma que milenariamente, la hoja de coca actúa como un intermediario con la Pachamama.


Esta práctica ancestral no solo honra a la Tierra, sino que también fomenta la conexión con el entorno natural y los seres espirituales que lo habitan. En el rico tejido de las culturas andinas, el K’intu de hojas de coca se erige como un acto trascendental de respeto, gratitud y conexión con la tierra y el mundo espiritual. Así, esta tradición se convierte en un testimonio tangible de la profunda relación entre la humanidad y la naturaleza en la cosmovisión andina.


¿Quieres sumergirte aún más sobre el K’intu de hojas de coca? ¡Escucha nuestro episodio de podcast dedicado a este fascinante tema! Descubre historias, entrevistas y perspectivas que te conectarán aún más con la riqueza cultural de la región andina. Haz clic aquí para disfrutar de nuestro podcast ahora.

Escrito por Angélica Daza y Juan Diego Beltrán.

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5 Enseñanzas de los Yucuna para preservar el Equilibrio de la Tierra https://pensamientoespiral.org/2023/10/19/5-lecciones-ancestrales-de-los-yucuna-para-la-preservacion-del-equilibrio-en-la-tierra/ https://pensamientoespiral.org/2023/10/19/5-lecciones-ancestrales-de-los-yucuna-para-la-preservacion-del-equilibrio-en-la-tierra/#respond Thu, 19 Oct 2023 21:24:08 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=3165 En el corazón de la selva amazónica, el pueblo Yucuna, compuesto por alrededor de 550 personas y ubicado en los departamentos de Amazonas, Putumayo y Vaupés, Colombia, nos brinda valiosas enseñanzas sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza. Los Yucuna, a lo largo de los años, han mantenido una constante comunicación e interacción con uno de los ecosistemas más diversos y vitales de nuestro planeta, el Amazonas. En este artículo, exploraremos cinco enseñanzas amazónicas de los Yucuna para preservar el equilibrio de la Tierra. Acompáñanos en este fascinante recorrido.

1. Permiso de los Dueños del Territorio: Comunicación con la Naturaleza.

Para los Yucuna, la naturaleza no es un recurso a explotar, sino una comunidad de seres vivos, cada uno con su propio «dueño». Cada planta, mineral, animal, río o sitio sagrado tiene un guardián, y antes de realizar cualquier actividad humana, se busca pedir permiso a través de rituales que involucran el uso de coca y mambe para comunicarse con estos guardianes. Esta práctica fomenta relaciones respetuosas entre los seres humanos y los demás seres que habitan la selva.


En ese sentido, Don Olimpo Yucuna, un sabedor tradicional de esta comunidad, nos recuerda que la comunicación y el respeto hacia la naturaleza son esenciales para la sostenibilidad de nuestro planeta. La Tierra no es nuestra propiedad, sino un hogar compartido con una gran diversidad de vida.

2. Danzas de Armonización: Conexión con el Mundo Entero

Los Yucuna entienden que el mundo está interconectado, y afirman que la Tierra en realidad es un lugar pequeño. En ese sentido, lo que hagamos en un lugar específico repercutirá en todo el planeta. Por esa razón, ellos realizan danzas de armonización regularmente para pedir a la naturaleza abundancia de alimentos y salud para todos los seres humanos. A través de estas danzas, expresan gratitud a la Tierra por su capacidad de engendrar y sostener la vida.


De ese modo, estas danzas no solo son un recordatorio de nuestra conexión global, sino también una celebración de la naturaleza y un acto de gratitud hacia la Tierra. Por esa razón, sus saberes nos instan a actuar con responsabilidad y conciencia de nuestras acciones locales y su impacto sobre el mundo entero.

3. Calendario Agroecológico: Conservación de la Selva Amazónica

El calendario agroecológico Yucuna es un tesoro de sabiduría transmitido de generación en generación para garantizar la conservación del ecosistema amazónico. Según este calendario lunar, cada estación tiene uno o varios «dueños» a quienes los chamanes piden permiso a través de bailes y rituales. Este enfoque no solo guía las actividades de la chagra y los momentos para sembrar, tumbar o socolar, sino que también previene enfermedades asociadas a ciertas fechas y fomenta la conservación de la vida en el territorio. Este calendario es, entonces, una herramienta invaluable de ordenamiento del territorio que nos recuerda la importancia de respetar y entender los ciclos naturales de la Tierra para preservar su biodiversidad.

4. Sobre la Extracción de Petróleo: Cuidado de la «Sangre» de la Tierra

El pueblo Yucuna advierte sobre los peligros de la extracción de petróleo, acción que consideran como una actividad altamente perjudicial para el equilibrio del planeta. Para ellos, el petróleo es el «aceite de la tierra», el que hace que se mueva y gire. Continuar extrayéndolo, explica el sabedor Don Olimpo, traería consecuencias catastróficas para el funcionamiento de la Tierra. La contundencia de la advertencia que hacen estos saberes nos llama a reflexionar sobre la urgente necesidad de reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles y buscar  alternativas más sostenibles para preservar el equilibrio de la Tierra.

5. La Relación Oro – Sol: Cuidar del Balance Climático

Los Yucuna creen que el oro y el Sol están directamente conectados, manteniendo una comunicación de doble vía. La extracción y explotación del oro, desde su perspectiva, contribuye al calentamiento de la Tierra, afectando su capacidad para regular las temperaturas. Esta creencia se alinea con la cosmovisión de los Kogui, la cual afirma que la extracción de minerales y metales preciosos afecta directamente la capacidad de la Tierra para enfriarse.

La mirada de los Yucuna y los Kogui plantea un llamado de atención sobre la explotación de recursos naturales y su impacto en el cambio climático. Este mensaje, nos insta a considerar cuidadosamente las consecuencias de nuestras acciones en la Tierra y a buscar soluciones más sostenibles. De la misma forma, la similitud en miradas separadas por miles de kilómetros sugiere la necesidad de ahondar más en estas preguntas y observaciones para, potencialmente, guiar nuevos esfuerzos de investigación para la ciencia climática.

En última medida, las enseñanzas amazónicas del pueblo Yucuna nos recuerdan la importancia de vivir en armonía con la naturaleza y respetar el equilibrio del planeta. Estas lecciones, transmitidas a través de generaciones, deben inspirarnos a cuidar y proteger la Tierra para las generaciones futuras, tomando la mirada del conocimiento ecológico tradicional Yucuna como una potencial guía. A través del respeto, la gratitud y la responsabilidad hacia nuestro hogar compartido, podemos contribuir a un mundo más sostenible y en armonía con la naturaleza. 

En el Podcast Pensamiento Espiral, tuvimos el honor de entrevistar a Don Olimpo Yucuna, un sabedor indígena que comparte la sabiduría de su pueblo y nos enseña cómo mantener el equilibrio de la Tierra a través de la comunicación con los guardianes de la naturaleza. Escuchar su voz es un recordatorio de la importancia de preservar la diversidad y la belleza de la Amazonía y de todo el planeta. Escucha el episodio T3E5  “Los dueños de la naturaleza” para descubrir todos los mensajes de Don Olimpo y aprender más sobre su cosmovisión. El episodio está disponible en todas las plataformas de streaming y desde nuestro sitio web con transcripciones para mayor accesibilidad.

Referencias: 

  • Beltrán & Daza (2022). «Los dueños de la naturaleza». Pensamiento Espiral.
  • FAO. (2021). «Sistema Agroecológico Tradicional de Chagras Amazónicas en el Medio Caquetá.»  Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura.
  • Matapí, U. (2012). «Cartografía Ancestral Yucuna-Matapí.» Tropenbos Internacional Colombia.

Escrito por Angélica Daza y Juan Diego Beltrán González.

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5 Saberes Andinos para Sanar Nuestra Relación con la Madre Tierra https://pensamientoespiral.org/2023/10/19/5-saberes-andinos-para-sanar-nuestra-relacion-con-la-madre-tierra/ https://pensamientoespiral.org/2023/10/19/5-saberes-andinos-para-sanar-nuestra-relacion-con-la-madre-tierra/#respond Thu, 19 Oct 2023 03:06:00 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=3108


En un mundo donde la acelerada transformación y explotación de la naturaleza amenazan nuestro equilibrio ecológico, la cosmovisión andina nos brinda una perspectiva única sobre cómo podemos sanar nuestra relación con la Madre Tierra. A través de cinco conceptos clave, Ayni, Yanantin, Chanincha, Pachamama y Sumak Kawsay, los pueblos indígenas de los Andes han desarrollado una filosofía de vida que promueve la reciprocidad, el equilibrio, la solidaridad y la armonía con la Tierra. Estos saberes ancestrales ofrecen lecciones valiosas que todos podemos aplicar en nuestra vida diaria para construir un futuro sostenible y en profunda conexión con el cosmos. En este artículo exploraremos entonces 5 saberes ancestrales de la cosmovisión andina que nos enseñan a sanar nuestra relación con la Madre Tierra. ¡Comencemos!


1. Ayni: La Reciprocidad Universal


El primer saber andino que exploraremos es el concepto de Ayni, que sirve como pilar fundamental de esta cosmovisión. El Ayni nos enseña la importancia de la reciprocidad y la mutualidad en todas nuestras relaciones. Cabe destacar que este principio no se limita únicamente a las interacciones humanas, sino que se extiende a nuestra relación con la naturaleza y el universo en su conjunto. La clave es que, al igual que las personas deben practicar la reciprocidad entre sí, todos los elementos que componen la naturaleza también participan en un constante intercambio de energía para mantener la armonía del mundo. En este enfoque, la tierra, el agua, el viento y todas las formas de vida contribuyen al equilibrio del cosmos dando y recibiendo. Esta lección es fundamental en un momento en el que la humanidad se ha acostumbrado a tomar sin permiso y a explotar a todos los elementos y seres vivos que conforman el planeta sin detenerse a contemplar cómo retribuirá los beneficios recibidos.


2. Yanantin: El Equilibrio en la Dualidad


El Yanantin nos muestra que la cosmovisión andina ve el mundo como una constante interacción armoniosa de opuestos complementarios. Los polos opuestos, como el día y la noche, el masculino y el femenino, son vistos como elementos esenciales de un todo equilibrado. Esta perspectiva reconoce que la existencia se basa en la tensión y el intercambio equilibrado entre estas polaridades. Los andinos entienden que no se puede tener uno sin el otro y, por esa razón, buscan armonizar estas dualidades sin alterar ninguna de ellas. Este enfoque es especialmente relevante en un mundo donde a menudo buscamos eliminar lo que consideramos «opuesto» en lugar de encontrar como la otredad sostiene el equilibrio y la vida en el planeta.


3. Chanincha: La Solidaridad en Comunidad


El concepto de Chanincha pone de relieve la solidaridad, la unidad y el compañerismo frente a necesidades, intereses y responsabilidades comunes. De la misma forma, el Chanincha llama a las comunidades a luchar por la unidad con el mundo natural y espiritual. En ese sentido, en el centro de este concepto hay un profundo respeto por la Pachamama y una profunda reverencia por el poder y la fragilidad del medio ambiente o los Apus. Ulteriormente, este concepto apunta a que el ser humano hace parte de una comunidad más grande en conjunto con la naturaleza, los seres vivos y el planeta en sí mismo. 


4. Pachamama: Más que la Madre Tierra


Aunque a menudo se le traduce como Madre Tierra, esta definición es incorrecta. “Pacha» se refiere al todo existente en el cosmos, al tiempo-espacio, a la realidad. Al juntar el aspecto de cosmos con el concepto de relacionalidad en Pachamama, se traduce como “cosmos interrelacionado”. El vocablo “mama” hace referencia a una esencia anímica materna que palpita, por un lado, en un espacio tangible, que es propiamente el planeta Tierra, el suelo en general, y, más en concreto, el medio ambiente, el espacio de vida natural. De ahí que uno de los principios básicos de la cosmovisión andina es que la tierra, sus elementos y sus manifestaciones son nuestra familia. Por todo lo anterior, este concepto resalta la conexión íntima y maternal entre los seres humanos y la naturaleza, lo que denota la clara de la existencia de una relación y vínculo vital con el planeta.


5. Sumak Kawsay: El Buen Vivir

Sumak Kawsay se traduce como «bien vivir» y representa la armonía entre tener una vida digna y el respeto por la naturaleza. Esta filosofía se basa en los saberes ancestrales de la región andina y ha llegado a adaptarse a diversas cosmovisiones y realidades ecológicas a lo largo de toda América Latina. En este punto es importante destacar que en un mundo que a menudo mide el éxito en términos de crecimiento económico, distintos investigadores latinoamericanos han comenzado a desarrollar indicadores alternativos al Producto Interno Bruto (PIB) para medir el bienestar de las comunidades y su armonía con la naturaleza.


En definitiva, luego de explorar los conceptos anteriores, es posible afirmar que la cosmovisión andina nos ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo podemos vivir en armonía con el mundo que nos rodea desde epistemologías radicalmente distintas a las que se plantea desde occidente frente a la naturaleza. Nos llama a sanar nuestra relación con la Tierra, promoviendo la reciprocidad, el equilibrio, la solidaridad y el respeto. A través de la exploración de estos conceptos, podemos aprender lecciones importantes que son aplicables en nuestra vida diaria y que pueden contribuir a un futuro más sostenible y en armonía con el cosmos. Te invitamos a profundizar en esta sabiduría a través de los episodios «El Colibrí de Oro» y «Memorias del Titicaca» en YouTube, donde podrás descubrir más sobre estos conceptos y su importancia en el mundo andino. También puedes escucharlos directamente aquí en nuestro sitio web y tener acceso a sus respectivas transcripciones.


Referencias: 

  • Di Salvia, D. (2011). Para una dialéctica de la naturaleza andina. Aproximaciones filosófico-antropológicas a las creencias quechuas en los Apus y la Pachamama. 
  • Walsh. R. (2016). Ayni, Ayllu,Yanantin and Chanincha. The Cultural Values Enabling Adaptation to Climate Change in Communities of the Potato Park, in the Peruvian Andes. 
  • Zenteno Brun, H. (2009). Acercamiento a la visión cósmica del mundo Andino. Universidad de Salamanca.

Escrito por Juan Diego Beltrán González.

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No olvidemos que somos agua https://pensamientoespiral.org/2023/10/10/no-olvidemos-que-somos-agua/ https://pensamientoespiral.org/2023/10/10/no-olvidemos-que-somos-agua/#respond Tue, 10 Oct 2023 18:48:04 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=2898
Ha sido a través del conocimiento de las y los ancestros que he encontrado respuestas, que empecé a sentirme parte de algo más grande, que hizo que mi alma estuviera en sintonía. Gracias al poder de la tradición oral, recuperé la voz, las historias y nuestra capacidad como seres humanos para conectar desde lo más profundo, desde el corazón.

Mujer adulta mayor


Escuchando las voces de las y los abuelos, portadores de una rica historia en sus cuerpos, nos permitimos recordar la importancia de cuidar la tierra, nutrir nuestro hogar. Nos enseñan la sanación que proviene de conectar con nuestros y nuestras ancestras, de mirar atrás y reconocer la relevancia de este conocimiento ancestral, que nos recuerda una y otra vez que al sanar a la Madre Tierra, nos sanamos a nosotros mismos en el proceso.


Los conocimientos ancestrales son verdaderamente las herramientas que nos permiten comprender que debemos volver a nuestras raíces y, sobre todo, retomar el agradecimiento. Olvidamos que somos agua, que sin ella no podemos existir, que somos aire y que sin su pureza nuestros pulmones no pueden respirar, que somos tierra y que sin ella morimos de hambre.


La presencia de estos elementos, entrelazados, nos permite existir. Sin agua, sin comida y sin aire, ponemos en riesgo la vida en la Tierra. Es asombroso cómo hemos dado por sentado esto, a pesar de las señales que nos rodean. No queremos darnos cuenta de que debemos cuidarla y protegerla, no solo porque agotamos los recursos que la Madre Tierra nos brinda, sino también porque la estamos enfermando y con ello, causamos la muerte de sus habitantes.


Hemos tomado y tomado, abusado de cada acto de amor que nuestra Pachamama nos ha dado. La hemos despojado de todo lo que puede brindarnos y aún así, le exigimos más. Demandamos lo mejor, pero en el proceso la enfermamos y violentamos. ¿Por qué hemos dejado de agradecer? ¿Por qué desestimamos a aquellos que luchan por protegerla, a quienes hacen un llamado a la conciencia? ¿En qué momento nos convencimos de que no nos afecta ni nos afectará?


Te invito a agradecer, a honrar los elementos que nos dan vida, a mirar atrás y abrazar nuestras raíces. No demos por sentados los recursos que nuestra Madre Tierra nos brinda. Miremos con ojos de amor todo lo que nos da y honremos este regalo, pues a pesar de la violencia, continúa proporcionándonos lo que necesitamos para existir. No olvidemos que si nos negamos a despertar y no tomamos acción sobre su enfermedad y su dolor, solo nos quedará aceptar que si ella muere, nosotros también moriremos con ella.


Escrito por Jessica Luna.
10 de octubre de 2023.

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Mi primera experiencia con el Yopo Sikuani  https://pensamientoespiral.org/2023/09/20/mi-primera-experiencia-con-el-yopo/ https://pensamientoespiral.org/2023/09/20/mi-primera-experiencia-con-el-yopo/#respond Wed, 20 Sep 2023 19:36:54 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=2876

El 25 de marzo de 2018 tuve mi primera experiencia con la medicina del Yopo, una planta de poder usada por la etnia Sikuani en el oriente Colombiano. En ese momento decidí describir toda mi experiencia en un diario. Lo que voy a compartir a continuación es mi reacción a todo lo que escribí cinco años atrás.

Si no sabes quien soy, ¡Hola! mi nombre es Angélica soy la co-creadora y co-anfitriona de Pensamiento Espiral. Actualmente tengo experiencia trabajando con diferentes comunidades indígenas a lo largo de Colombia, México, Perú, Costa Rica y Guatemala y también he tenido la oportunidad de trabajar con diferentes medicinas: los Niños Santos, el Yagé, el Tabaco y por supuesto, el Yopo. La medicina que empezó todo. 

En este relato estaré reaccionando y reflexionando sobre las cosas que escribí después de mi primera experiencia con el Yopo. Es importante aclarar que cuando escribí todo esto yo no me consideraba una persona espiritual, no conocía ninguna medicina y no había visitado a ninguna comunidad indígena. Además quisiera destacar que, durante 2018 y con 22 años, estaba viviendo una de las crisis de salud mental más fuertes de mi vida. Este último detalle es importante porque precisamente fue esto lo que me impulsó a escuchar el llamado del Yopo para reencontrarme con la Madre Tierra. 

2 de marzo de 2018

Lo primero que me llama la atención de mi relato es que me dedico a detallar en las primeras hojas el paso a paso de la ceremonia que para mí en ese momento era la cosa más loca y maravillosa que me había pasado. Describo cada canto, cada rezo, todas las explicaciones, todo lo que pensé y sentí. 

Después de mi detallada descripción hablo del Capi. Para lxs que no conocen el Yopo, antes de sorberlo es necesario prepararse masticando Capi. El Capi esencialmente es la liana de la Ayahuasca y esta hace parte de la medicina, dicen los abuelos que sin el Capi el Yopo no trabajaría como lo hace. Un detalle importante sobre el Capi es que tiene un sabor, digamos, amargo. 

Capi y Yopo Sikuani

En mi relato escribo: “El sabor del Capi fue amargo, quise por un momento vomitar pero es importante comerlo sin hacer mala cara, con disposición de amor. Además nuestro guía mencionó que la planta puede verte entonces no hagas mala cara.” 

Me da tanta gracia recordar esta escena. Para describirlo mejor el sabor del Capi es muy muy muy amargo, pero lo que mejor recuerdo era como en ese momento intentaba controlar mi expresión con todas mis fuerzas porque no quería ofender a los espíritus. Hoy en día cuando mastico Capi no puedo evitar reaccionar a su amargura, sin embargo, he logrado asociarlo con cosas mágicas, entonces su sabor termina siendo algo secundario. 

Lo siguiente que relato es la inhalación y describo: “Mi experiencia con la inhalación fue más bien incómoda, se me irritaron los ojos un montón y me empezaron a llorar y sentí que entró la medicina solo por mi fosa izquierda.” Esto último que describo me parece curioso, porque al usar un curipe estás inhalando con ambas fosas nasales entonces es baja la probabilidad de que entre más medicina por una fosa que por la otra. Y como nada en las medicinas es casualidad, lo interpreto como que mi energía femenina tomó control de la experiencia. 

Y sigue: “al inhalar trate de quedarme en mi lugar y sentirme dispuesta y abierta a todo. A los 5 minutos sentí náuseas, malestar y pesadez del cuerpo. Trate de salir de la maloca para tomar aire pero no sabía a donde ir así que trate de buscar un buen lugar donde pudiera vomitar, llegue a unas plantitas y me senté cerca, para estar preparada para el vómito.” 

No existe nada que te ayude a soltar más el control que los malestares corporales como el vómito, porque cuando el cuerpo se siente mal hará lo que tenga que hacer para aliviarse, sin importar lo que la sociedad juzgue como correcto o incorrecto. Yo recuerdo perfecto este momento, recuerdo todo lo que estaba pensando y cómo no quería soltar el control. Incluso en ese fragmento se puede ver mi necesidad de control “quedarme en mi lugar”, yo me pregunto, ¿cuál es mi lugar?, alguien que me explique ¿cuál es un buen lugar para vomitar? y ¿cómo se prepara uno para eso? 

Recuerdo a la pequeña Angie sentada cerca de un jardín de flores tratando de controlar lo incontrolable. En este momento comprendo todo el trabajo que he hecho con respecto al control y a aceptar los procesos naturales de mi cuerpo e incluso a agradecer el aliviar para limpiar mi cuerpo y mi espíritu. 

Al parecer ese sólo era el comienzo porque escribo: “Cerré mis ojos y sabía que algo estaba pasando porque veía colores y formas sin embargo mi atención estaba en el vómito y mi malestar. En este momento recuerdo muchos pensamientos pasando por mi cabeza pero yo no quería escuchar nada.”

Cabe aclarar que, como el Yopo fue mi primera experiencia con una planta de poder, este momento que describo fue literalmente la primera vez que yo sentí este malestar de las medicinas y aquí lxs que tienen experiencia con el Yagé me van a entender. Son unas ganas de vomitar como para expulsar los intestinos por la boca, es muy desagradable, pero, con el tiempo, se vuelve tolerable. En este último fragmento me llama mucho la atención lo último que escribo: «recuerdo muchos pensamientos pasando por mi cabeza pero yo no quería escuchar nada», esto es importante para más adelante. 

Y sigo: “Estaba mareada, temblaba pero aun no podía vomitar. Cerré mis ojos y opté por dejarme llevar, recuerdo sentirme abrumada, era como si un montón de personas estuvieran hablando a la vez. Cada vez que cerraba los ojos veía algo: figuras, colores. En un momento vi un pez que nadaba y entraba en la boca de un ser humano y nadaba dentro de él. También recuerdo haber visto la nuca de una persona de cabello corto, resaltaba su oreja y en ese momento escuche una voz que decía fuertemente en mi cabeza ESCUCHA.”

Recuerdo muy bien esa primera pinta, creo que no he vuelto a ver colores tan vivos ni formas tan perfectas, era sin duda hermoso. Pero lo que más me gusta de este fragmento es lo claro del mensaje, “escucha”. Que por supuesto tiene mucho sentido teniendo en cuenta que lo único que podía escuchar era “que miedo, no quiero vomitar”. En ese momento, pensé que me perdí muchos mensajes de la medicina pero ahora entiendo que así tenía que ser. 

Meses después de esta experiencia empecé a meditar diariamente. Recuerdo que durante mis meditaciones se me presentaba mucho el color morado y volvía a escuchar esa voz en mi cabeza que me decía ESCUCHA. Esto duró por más de un año y llegué a comprender que lo que yo necesitaba escuchar era a mi misma, no a los juicios, no a la ansiedad, a mi, a esa parte esencial que habita en lo más profundo de mi corazón, que siempre sabe qué decir. 

Tu no me conoces (¿o sí?), pero como dije al principio de mi relato, la Angélica de 2018 estaba pasando por temas de ansiedad, ansiedad social y depresión. Sin embargo, todo este tema de salud mental se estuvo cocinando durante más años de los que puedo recordar. Para los que conocen de cerca la ansiedad sabrán que se caracteriza por presentar pensamientos catastróficos y abrumadores que son difíciles de controlar. Cuando escribo: “recuerdo sentirme abrumada, era como si un montón de personas estuvieran hablando a la vez”, el Yopo me estaba mostrando mi ansiedad. El Yopo es luz e ilumina todo lo que hay que eliminar. 

Después de eso escribo: “Entonces decidí enfocarme en mi propósito, empecé a repetirme la pregunta ¿quién soy? una y otra vez en mi mente, con los ojos cerrados veía muchas cosas. Recuerdo haber visto dos ojos negros que cambiaban de color y me miraban fijamente.”

Esos ojos los seguí viendo durante un par de meses más después de esta experiencia. Los recuerdo bien, recuerdo también dibujarlos varias veces, no me los podía sacar de la mente, eran hermosos. En este momento pienso que estos ojos simbolizaban mi despertar, literalmente, el proceso de despertar de un sueño muy largo y abrir mis ojos reales, los ojos de mi corazón. 

“Recuerdo mucho pensar en sorber más Yopo, inhale la planta por segunda vez y nuevamente solo entro por la fosa izquierda. Después de eso decidí quedarme dentro de la maloca, me acosté en una hamaca y me empecé a sentir triste, sentía ganas de llorar por la Tierra y los animales. Durante el cierre de la experiencia recuerdo sentirme molesta conmigo por no escuchar. Tengo la percepción de que las cosas que vienen de mi son malas, impuras, que son distracciones pero no tienes que ser así, la Madre habla a través de mí y es mi voz la que transmite su mensaje. Aprendí que debo escucharme más a mí y valorar mi voz que es sabia y amorosa.”

Esta última reflexión me parece tan importante. Porque hasta ese momento yo tenía la mala costumbre de demeritar mi voz, mis opiniones, mi forma de hablar, de pensar y de expresarme. Ese fue el inicio de un proceso de sanación de mi voz tan poderosa que me trajo hasta donde estoy hoy, trabajando con mi voz. Esto me confirma lo que pensé sobre el “escucha”, es claramente escucharme sin juicio. 

Por último, no recordaba estas emociones de tristeza y rabia que experimenté al final de la ceremonia. Y eso me pone a reflexionar sobre la sanación en sí misma, muchas de las experiencias que uno vive con las medicinas son difíciles, dolorosas e incómodas y eso es sanar. Muchas veces no vamos a entender por qué estamos experimentando estas cosas pero es necesario confiar, mis últimas reflexiones fueron de gratitud a pesar de sentirme pesada y oscura, nunca deje de confiar en que todo era por mi bien. Y eso es algo que la Angélica de 2023 necesitaba recordarse. Detrás de estas experiencias hay un poder superior que nos cuida y nos guía y hay que confiar y dejarse guiar. 

Leer esta experiencia me recordó el camino que he recorrido desde entonces, todo lo que he aprendido y desaprendido y lo mucho que he cambiado. Gracias por leerme y acompañarme en estas reflexiones. 

Miércoles 20 de septiembre de 2023

Escrito por Angélica Daza

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Sobre las ciencias sociales y la crisis climática https://pensamientoespiral.org/2023/09/20/sobre-las-ciencias-sociales-y-la-crisis-climatica/ https://pensamientoespiral.org/2023/09/20/sobre-las-ciencias-sociales-y-la-crisis-climatica/#respond Wed, 20 Sep 2023 17:40:20 +0000 https://pensamientoespiral.org/?p=2850 Mucho se habla —desde la perspectiva de las ciencias sociales, incluidas entre ellas, naturalmente, las relaciones internacionales— de lo tumultuoso que resultó ser el siglo XX en términos de las guerras y la destrucción; de los vertiginosos cambios tecnológicos; de los nuevos y cambiantes órdenes mundiales; de la descomposición del tejido social en diferentes coyunturas históricas; de las múltiples crisis económicas que sacudieron a la sociedad; del surgimiento de la amenaza nuclear; del apogeo del consumismo y de la resultante hegemonía capitalista de aquel conflicto bipolar entre dos ideologías rivales que polarizaron y dividieron al mundo en —al menos tres—estrechos y oscuros cajones. Tanto se han centrado nuestras áreas de estudio en comprender porqué el capitalismo está o no errado; en argumentar que la revolución proletaria, tal y como la describía Carlos Marx, puede no haber pasado aún; en describir y explicar las implicaciones epistémicas que conllevan la dominancia global de un país hambriento de poder que, hasta recientemente, ha buscado promover la democracia y el libre mercado a lo largo del planeta. Demasiado nos hemos centrado tanto en entender, como en promover, aquella lucha ideológica en la cual ambos bandos han demostrado ser egoístas, ruines, miopes, ineptos, y, sobre todo, arrogantes en creer que sus modos son el verdadero y único sendero sobre el cual la humanidad debería transitar.


Nuestras estimadas ciencias sociales, denunciantes de la violencia epistémica, de la desigualdad y de la injusticia, aliadas filosóficas de la verdad y de lo correcto, han terminado por no ser más que artífices de una distracción de alcance genocida para toda la vida en la Tierra. Mientras nos centramos en un debate visceral dentro del cual no hemos logrado prescribir solución alguna para los problemas económicos, sociales y de gobernanza que plagan al capitalismo, terminamos siendo ruidosos cómplices de un enemigo que amenaza con silenciar toda nuestra incesante diatriba de una vez por todas. Mientras analizábamos la finalidad que tuvo —para usar tan sólo uno de tantos ejemplos de guerras devastadoras— la guerra de Vietnam como parte de una estrategia hegemónica de contención del socialismo en Asia, fallamos en comprender y resaltar el efecto destructivo que tuvieron el napalm y los bombardeos sobre kilómetros enteros de selva, alterando el orden y el equilibrio primordial de la naturaleza; mientras China se veía envuelta en la Revolución Cultural de Mao Zedong,la cual contuvo un elemento esencial de políticas pronatales —“Under the leadership of the Communist Party, as long as there are more people, miracles will be created!” (Zhou, 2015), la entendimos como un estratagema de incremento en la productividad, la competitividad y el crecimiento económico, sin que muchos de nosotros nos sentáramos en esos momentos a verdaderamente comprender el advenimiento de la sobrepoblación como una problemática mundial; mientras la URSS detonaba la Tsar Bomba en el 61’ el arma nuclear más poderosa jamás detonada—, la academia analizaba el equilibrio de poder generado por el concepto de la destrucción mutua asegurada, sin detenerse a contemplar el impacto ambiental ocasionado por una explosión de 50 megatones de material radiactivo; mientras renombrados académicos definían y discutían en torno a conceptos tales como el de “poder blando” para dar a entender nuevas formas de permeación de poder hegemónico posibilitadas por medidas teóricamente más sutiles —léase un consumismo voraz habilitado por la apertura del libre mercado y el advenimiento de marcas transnacionales—, nuevamente terminamos optando por no ver aquella producción —destructora y arrasadora del medio ambiente y de los recursos naturales— que conllevó el uso de esa categorización de poder.


El siglo XX es, entonces, una colección de momentos históricos en los que los líderes del mundo le fallaron al planeta tierra; sin embargo, no menos responsabilidad tiene una gran parte de la academia, la cual no fue capaz de percatarse de la acumulación de alteraciones y ataques cometidos contra el balance terrestre y medioambiental. Estuvimos muy concentrados observando el espectacular choque entres los hegemones, intentando desentrañarlo hasta su más diminuta partícula, que nos olvidamos de observar el más evidente daño que se le estaba causando a nuestro único hogar, a nuestra única y verdadera garantía de supervivencia y continuidad como especie, a nuestra Madre. Resulta hilarante y trágico a la vez, pensar que el sofismo de Protágoras sobre el cual Sócrates advertía, termine por seguir siendo el estándar del análisis sociológico, político y económico de la actualidad; para ua gran parte del mundo, el hombre sigue siendo la medida de todas las cosas. Gracias a nuestro enfoque antropocéntrico de la historia, en donde pensamos que el planeta y la naturaleza existen perpetuamente, y en función de contener nuestros infantiles y violentos juegos de poder, hemos permitido el deterioro de la tierra, la cual como una madre impotente, abrumada y decepcionada, no puede hacer más que condonar renuentemente la inmadurez de sus hijos, pero no sin antes mostrarnos con dolor el daño que le estamos causando. La degradación del medio ambiente, así como la preeminencia de la destrucción de la naturaleza en nombre del “desarrollo” y del “progreso humano” son una verdad ineludible.

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A pesar de lo anterior, de manera menos reconocida en el debate internacional y, aún menos, en el ámbito doméstico, en el medio de este velo de ignorancia e insensatez, se puede reconocer que durante el siglo XX comenzaron a gestarse también investigaciones y propuestas que conformaron dos proyectos que buscaron centrar el foco de las ciencias, tanto naturales como sociales, hacia el entendimiento y concientización sobre el enemigo más multifacético y complejo que ha tenido la humanidad en toda su historia. Las ciencias sociales, centrándonos en el ámbito de la teorías de relaciones internacionales —si bien tarde, ya que el surgimiento de este enfoque empieza a cimentarse durante la década de los 70 y a fortalecerse en los 80— comenzaron a gestar una forma de análisis sistémica conocida, de manera más genérica, como la teoría verde. Entre sus vertientes se encuentra el ambientalismo de libre mercado, el bio-ambientalismo y la ecología social (Paterson, 2013). A pesar de que se encuentran algunas diferencias entre cada uno de los sub acercamientos, todas estas corrientes buscan el establecimiento de una ética ecocéntrica, reconociendo los límites del crecimiento económico, así como el inicio de un proceso de descentralización que se aleje del Estado-nación; en última medida, lo que se desea —de manera similar a lo propuesto por la teoría crítica y la Escuela de Frankfurt— es entender el mundo, para de esa forma hacer todo lo posible por mejorar su condición (Paterson, 2013). Asimismo, una gran contribución académica de este enfoque es reconocer que las estructuras políticas actuales son las principales responsables de la degradación ambiental, y por tanto, deben ser llamadas a cuestionamiento y a crítica si se desea socavar los procesos que han generado la destrucción de la tierra que habitamos. Es preocupante, sin embargo, lo poco que esta teoría es cubierta por el pensum promedio de relaciones internacionales, pues al condenar al desuso y al olvido este tipo de conocimientos, nos condenamos a seguir embarcados en debates que no son ni tan remotamente apremiantes como lo es el ambiental.


Pasando a la perspectiva de las ciencias exactas, —la cual es el fundamento empírico de esta problemática— se puede remontar los estudios del impacto de las acciones del hombre sobre el clima y el medio ambiente hacia finales del siglo XIX, desarrollándose estos más profundamente durante la segunda mitad del XX: en 1861, el físico irlandés John Tyndall comienza a hablar sobre la existencia del llamado efecto invernadero; en 1896 el químico sueco Svante Arrhenius señala que la quema de carbón resultará en un crecimiento del efecto invernadero; en 1900, otro científico sueco, Knut Angstrom descubre que las concentraciones de CO2 en la atmósfera pueden absorber partículas del espectro infrarrojo, aún sin entender el significado de este hallazgo; en 1938, el ingeniero británico Guy Callendar —usando registros de 147 estaciones meteorológicas alrededor del mundo— muestra que las temperaturas mundiales habían incrementado respecto del siglo anterior así como lo habían hecho las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera de la tierra; en 1955, el investigador estadounidense Gilbert Plass, con nuevas tecnologías de cómputo, genera un modelo a través del cual una duplicación del CO2, implicaría un incremento de tres o cuatro grados celsius; en 1958, Charles David inicia el proyecto de medición de concentración de CO2 desde el Mauna Loa, proyecto que logra determinar de manera definitiva que las concentraciones de dicho gas han venido incrementando en los últimos años; el término calentamiento global es utilizado por primera vez en el año 1965, dentro de los estudios del estadounidense Wallace Broecker; se forma en 1988 el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés); en 1990, el IPCC concluye que las temperaturas mundiales han incrementado en 0.3-0.6 grados celsius a lo largo del siglo; en el 95’, el IPCC da el primer anuncio definitivo de que el accionar humano tiene una incidencia sobre las condiciones climáticas (BBC, 2013). Adelantándonos un tanto en el tiempo, en el año 2016 se estimó que el consenso científico de expertos climáticos sobre la responsabilidad del hombre en el fenómeno del cambio climático se encuentra entre el 90 y 100%, con la mayoría de los estudios concurriendo en un valor del 97% de acuerdo (Nuccitelli, 2016).


Actualmente, la investigación científica nos insiste —intentando hablarle a un grupo de personas sufriendo de una aparente sordera selectiva colectiva— en que la temperatura global ha subido 1.1 grados desde finales del siglo XIX; que el ritmo de deshielo del ártico se viene dando en un 13.3% por década; que el nivel del mar viene subiendo 3.4 milímetros por año; y que actualmente los niveles de dióxido de carbono son los más altos en los últimos 650,000 años, llegando a 406.69 partículas por millón en la atmósfera (NASA, 2017). A pesar de esta información, combinada con lo evidente de la deforestación, la pérdida de biodiversidad, la severidad de las sequías, la visible contaminación en las aguas y en el aire que respiramos, una considerable proporción del mundo sigue viendo esto como un “debate” o una discusión en curso. Presidentes y dirigencias políticas de cierto país nombrado en 2023 como «El destructor de planetas en jefe» lo ha negado abiertamente, recluyéndose del Acuerdo de París, y manteniéndose fiel a los intereses económicos que nos ponen un paso más cerca cada día de la aniquilación de la vida en la tierra. Igual de alarmante es que para una gran mayoría de la población— incluyendo en este grupo a aquellos que sí creen en la evidencia científica—, el cambio climático y la degradación ambiental no parecerían representar una amenaza real; para un gran número de personas, este deterioro suena como un cuento lejano que está ocurriendo en partes aisladas del mundo, afectando a gente que, independiente de la coyuntura climática, ya vive con bajísimos estándares de calidad de vida. El cambio climático parecería no tocar a las élites, quienes continúan viviendo sin conciencia de la insostenibilidad de su modus vivendi.


Es inaudito que frente a lo que tiene la potencialidad de ser el inicio del fin, haya quienes continúen eligiendo ignorar la realidad de tal manera. Nuestras prioridades están de cabeza. Una gran parte del mundo está preocupada pensando en cuáles serán las modas de la temporada y en seguir la vida de individuos irrelevantes para el curso de la humanidad; otra niega cualquier responsabilidad humana y se opone a la razón; y una tercera, la voz académica más amplia, la cual tiene peso y valor, se sigue centrando en discusiones circulares que no buscan dar respuesta más allá de atacarse entre sí en un nocivo juego de egos. Nos encontramos sin guía en medio del peor diluvio jamás visto en la memoria reciente, y mientras tanto decidimos pelear entre nosotros mismos y discutir sobre asuntos que resultan superfluos en comparación a la crisis que se avecina.


Por todo lo anterior el cambio climático y la degradación ambiental ocasionada por nuestra especie —derivados tanto del modelo capitalista, como de la guerra entre dos ideologías falaces e incompletas— son el área de estudio más vital y el esfuerzo más urgente al que la academia le debería volcar toda su atención, pues si continuamos por ignorarla sólo nos estaríamos tirando por la borda de manera voluntaria. Es cierto que el mundo tiene un número considerable de problemas de gran relevancia, pero si continuamos por nuestro camino actual, el más urgente de todos ellos nos robará la posibilidad de que exista un mañana en el cual podamos darle toda nuestra atención a los demás asuntos que aquejan a la humanidad. Negar el cambio climático y la destrucción que hemos causado a nuestra Madre Tierra significa condenarnos como especie a un lento y doloroso fin. Y si esa termina siendo nuestra decisión ulterior, no se puede argumentar que no lo merecíamos.

Escrito por Juan Diego Beltrán González.

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